Miles de balcarceños salieron a las calles y coparon la plaza Libertad, que fue el epicentro de las celebraciones.
Nunca se vio la plaza Libertad desbordada de gente. Nunca en la historia de Balcarce el pueblo generó una manifestación tan espontánea y tan conmovedora. Minutos después del penal de Gonzalo Montiel la gente dejó sus casas y buscó el abrazo ajeno, el bocinazo interminable, el agite de banderas.
Las cuatro manzanas quedaron chicas para los festejos, y los autos ploteados con los colores de Argentina, las camisetas de Messi en la piel de los chicos y de los grandes, y los cánticos hasta la ronquera se apoderaron de la tarde.
Hasta maquinarias de trabajo como un sampi, que elevó a los integrantes de una familia, fueron parte del desfile de vehículos al grito de “Ya ganamos la tercera, ya somos campeón mundial!!”